miércoles, junio 28, 2006

Curiosidades históricas

“Si un hombre se imagina una cosa,
otro la tornará en realidad”

Julio Verne
1-En el año 1953 a un costo de Bs. 455.000,oo. El régimen de Marcos Evangelista Pérez Jiménez, que tenía como gobernador del estado Anzoátegui al Dr. Manuel José Arreaza Cardier, construyó el mercado de Pueblo Nuevo Norte. En el año 1954, a un costo de Bs.351.915,oo construyó el Matadero Municipal y en el año 1955 la Plaza Bolívar que para la época costó 301.726,91. Obras que perduran en el tiempo, en el caso del mercado y el matadero hace bastante tiempo cumplieron su vida útil y deberían ser remplazadas por infraestructuras arquitectónicas modernas, con proyección de futuro. La Plaza Bolívar merece una buena restauración, el mercado pareciera que está en marcha, del matadero ni se habla. Las actuales autoridades tienen la palabra. ¿Curioso el monto de las obras, no?

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2-Visito a Maicabares Berroteran que estaba quebrantado de salud y me cuenta una anécdota curiosa acerca de cómo Mucura, perdió su condición de parroquia. Resulta que, me dice, el Dr. Benito Alegría quien era el dueño del hato “Atapapuy” ubicado en esa jurisdicción, se desempeñaba como Presidente de la Asamblea Legislativa del estado Bolívar en el año 1953. En unas celebraciones del santo patrón de Mucura, exactamente el 24 de junio día de San Juan, donde era cacique y también presidía el comité organizador de las fiestas patronales, invitó al gobernador del estado Anzoátegui el Dr. Manuel José Arreaza Cardier, oriundo de Aragua de Barcelona a las festividades, en medio del jolgorio y cuando la intoxicación etílica estaba en su punto, discutieron fuertemente y el gobernador muy molesto por lo que consideraba un agravio, abandonó la pequeña población. El año 1955 en represalia con el Dr. Benito Alegría, de un plumazo eliminó la condición de parroquia de Mucura y la pasó a jurisdicción de la parroquia Atapirire. Es la forma arbitraria de manejar el poder cuando existen regímenes dictatoriales. La Cámara Municipal del municipio “Francisco de Miranda”, que de acuerdo a la Ley Orgánica del Poder Público Municipal, es la facultada para tales efectos, debería restituirle esa condición y cancelar esa deuda histórica. ¿Curioso, no?

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3-El fantasma de Carlos Andrés Pérez Rodríguez, pareciera no dejar tranquilo al actual presidente Hugo Rafael Chávez Frías, el 4 de febrero de 1992, con todas las tanquetas y el poder de fuego que utilizó contra Miraflores y la Casona, en su sangriento golpe de estado, no pudo derrocarlo. El 27 de noviembre repitieron la intentona con todo el poder de la fuerza aérea y de nuevo el hombre salió campante. En el pasado reciente un compadre de Carlos Andrés Pérez Rodríguez aspiró la presidencia del Perú y hasta allá, traslado Hugo Rafael Chávez Frías sus odios, conspirando para propinarle una derrota política. Utilizó todo el poder de su chequera full de petrodólares y Alan García salió victorioso por amplio margen. Tres intentos, tres derrotas y todavía aspira derrotar al ejercito más poderoso del mundo en una guerra asimétrica que solo existe en su fracasada mente militar y política. ¿Curioso no?

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4-Hay una publicidad de Movilnet que dice más o menos así: “Estoy aquí en la Leona un pueblito muy lejano en el estado Anzoátegui” Hay la tendencia de la gente que vive en Caracas a decir, cuando le nombran una ciudad, un pueblo, un asentamiento campesino, un caserío, un poblado, o una aldea del interior, “Eso queda muy lejos”. ¿Lejos de qué? Ubíquese en eso lugares y verán lo lejos que queda Caracas para la gente de esos sitios y viceversa. Aunque ahora dicen, “Lejos queda la Guaira para los caraqueños y viceversa después de la caída del viaducto a pesar de la trochita” que, por cierto, ya cobro sus primeras 4 víctimas, al pasar un carro de largo hacia la profundidad del puente implosionado. Es cuestión de ubicación. ¿Curioso, no?

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5-En el año 1948 El Tigre fue elevado a la categoría de Distrito por la honorable Asamblea Legislativa del estado Anzoátegui, la presidía en ese entonces el Dr. Jaime Lusinchi. El primer presidente del Concejo Municipal del distrito Simón Rodríguez, que lo formaban los municipios San José de Guanipa y El Tigre como capital, fue el joven periodista Pedro Manuel Vásquez, oriundo de Juan Griego, estado Nueva Esparta. El 24 de noviembre a la caída de Rómulo Gallegos pasó a la lucha clandestina contra la dictadura. Sufrió cárceles, torturas, destierros, hasta el año 1958 cuando fue derrocado el tirano y resultó electo diputado al Congreso Nacional por el estado Anzoátegui. ¿Curioso, no?
Son algunas curiosidades históricas, que uno, humilde aficionado del difícil arte de la escritura, refresca en la mente de sus coterráneos y ojala sirvan a la elite ilustrada y eximios historiadores para la conservación de la memoria histórica de la ciudad. No son imaginaciones, son citas verificables y que, pueden tornarse en realidades históricas. ¿Curioso, no?

sábado, junio 24, 2006

Los Centros de Salud Pública en El Tigre

“El que tiene salud tiene esperanza, y el que
tiene esperanza es dueño de todo”
Proverbio árabe.
Cuando la hoy ciudad de El Tigre nació al calor de la industria petrolera en el año 1933, no había centro dispensador de salud, en la medida que se poblaba, se fueron instalando los consultorios privados y con el crecimiento progresivo de la población, surge la necesidad de establecer un centro referencial para atender pacientes de manera gratuita, o sea, la prestación del servicio de salud pública. En 1946 se construye el “Puesto de Socorro” en la calle Ricaurter, exactamente donde hoy funciona La Cruz Roja, desde el año 1953. Inicia sus labores asistenciales, con un personal mínimo: un médico, el Dr. Pedro Elías Rebollo Guzmán, y una enfermera. A los pocos años quedó chiquito y el pueblo demandaba uno más grande, el régimen del dictador Marcos Evangelista Pérez Jiménez no atendía el reclamo del momento y la urgencia se acrecentaba cada día por el incremento sostenido de la población.

Ante la demanda del pueblo, el Club de Leones, presidido en el año 1955 por don Mauro Barrios y el Comité de damas liderado por su distinguida esposa la señora Mercedes de Barrios, toman la iniciativa durante esa gestión y construyen un dispensario más amplio en la primera calle norte, en la esquina que está al frente del centro social, donde hoy funciona el jardín de infancia “Francisca Duarte” y se incorporan de manera voluntaria ad honoren 6 médicos del pueblo. El Dr. Julio Vechionacce, Napoleón Ledezma, Rafael Tobías Guevara, Carlos Parra, Héctor Farias y Agustín Crespo. Una elite de médicos que atendían de lunes a sábado con guardias de un día. En ese tiempo los profesionales de la medicina recibían muchas muestras médicas y eso les permitía no solo atender al paciente sino regalarle la medicina y cuando había fallas la señora Mercedes de Barrios organizaba una tómbola, recogía fondos y la medicina seguía siendo gratuita.

En esa época bucólica de la ciudad, donde todos se conocían y la solidaridad era una constante instalada entre los lugareños, el país vivía una tenebrosa dictadura y una persecución feroz contra la libertad de prensa. Recuerda don Mauro Barrios que por esos días detienen a don Edmundo Barrios, a don Juan Meza Vergara y al distribuidor del periódico Antonio López Castillo y en la zafra se lo llevan a él también. Pasa una noche detenido en la Seguridad Nacional, no le dicen el porqué y en la mañana lo dejan en libertad, pero con un régimen diario de presentación. El nunca encontró explicación lógica a su detención, hasta que un día en un juego de béisbol un compañero de equipo que era funcionario de la SN, cuando finalizó el encuentro le dijo: “Mira, Mauro no me vendas, pero, tú no fuiste detenido por el problema del periódico, a ti te detuvieron porque te pusiste desde el Club de Leones a construir ese dispensario y el gobierno no acepta que le invadan sus competencias” Una muestra de la intolerancia e insensibilidad de la dictadura. Dirá Mauro hoy. Bien preso fui e iría con mucho gusto de nuevo si ese es el delito.

Finalizando el año 1955, bajo la administración del Dr. Manuel José Arreaza Cardier, Gobernador designado por el General Marcos Evangelista Pérez Jiménez según consta en su memoria y cuenta, se construye y pone en funcionamiento el “Edificio y dotación del Centro de Salud, para 75 camas a un costo de Bs. 1.596.138,40 en la avenida Francisco de Miranda y que luego fue bautizado con el nombre de “Dr. Luís Felipe Guevara Rojas” Ese antiguo hospital para el momento tenía la capacidad ideal para la zona ya que poseía los 5 servicios básicos: cirugía, medicina, obstetricia, pediatría y la emergencia, además poseía redes para los puntos de oxigeno y sus equipos de succión interno. Moderno, funcional, equipado y con todas las comodidades requeridas para el pueblo de aquel entonces, ratifica Martín Márquez Windevoxhel, conocedor de materia.

Ese centro de salud que nosotros coloquialmente conocemos como el viejo hospital funcionó 13 años como dispensador de salud. Luego funcionaron las primeras oficinas del entonces IUTET hoy IUTJAA y actualmente tienen su sede La Orquesta Sinfónica “José Antonio Anzoátegui”, La Biblioteca Pública “Alfredo Armas Alfonzo” y la escuela de capacitación para Adultos “María Antonia Bolívar” Edificaciones públicas que quedan abandonadas y ante la falta de espacio físico se adecuan para darle cobijo a otras instituciones de servicio e importancia publicas desde el punto de vista cultural y educativas que desarrollan sus actividades en mejores condiciones. Realidad, indiscutible.

El 16 de agosto de 1968 el presidente Raúl Leoni, que adelantó, construyó, equipó y puso en servicio la mejor obra de salud pública de la era democrática - construyó 16 hospitales en el país - inauguró en El Tigre el moderno y actual hospital “Luís Felipe Guevara Rojas” con capacidad para 210 camas, exceptuando emergencia. Inició la prestación del servicio con 120 camas, hoy dicen los entendidos no llega a 140 camas en funcionamiento y tiene 2 pisos sub-utilizados y además tiene presupuesto de un hospital tipo II y funciona como uno tipo III con muchas limitaciones financieras, dependiendo de un crédito adicional para que le asignen recursos y el crédito de los proveedores. Es hora de aprobar un presupuesto justo, equilibrado y con justicia para nuestro nosocomio local que atiende a toda la zona sur del estado. La revolución tiene la palabra.
Es una pequeña reseña de la evolución histórica del sector público de la salud en la ciudad de El Tigre que ayudara a conservar la memoria histórica y que uno aspira colocándolo sobre el tapete, sea mejorado cada día y sea dignificado para prestar más y mejor servicio de salud a está inmensa región del sur del estado y con buena salud pueda acrecentar sus esperanzas y en futuro no muy lejano pueda decir con orgullo que somos todos dueños de Venezuela y nuestro destino.

miércoles, junio 14, 2006

Personajes de mi pueblo: Martín Márquez Windevoxhel

“La conquista propia es la más
grande de las victorias”
Platón
Un llanero de San Fernando de Apure, que llegó a El Tigre hace 46 años para contraer nupcias y nunca irse. Martín Márquez Windevoxhel. Liga de criollo con alemán. Abrió los ojos al mundo el 30 de enero de 1937 o lo que es lo mismo anda en 69 años, la mejor edad según sus propias palabras. Estudió primaria en Caracas, cuando aprobó su tercer año se enroló en la naval dónde permaneció 2 años hasta el 1955. Dos años más tarde inicia estudios de contabilidad en el prestigioso instituto “Academias Modernas” y en 16 meses lo culmina con éxito. En la búsqueda de empleo, acude a la oficina de un viejo amigo de la familia, Diego Anderson que ostentaba el cargo de “Jefe de Administración de Hospitales” adscrito al “Instituto Nacional de Hospitales” dependiente del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, quién lo envía como oficinista de contabilidad con un sueldo de Bs. 600 al próximo a inaugurarse, hospital central “Ruiz y Páez” cargo que ejerció por espacio de 2 años.

En ese año 1957 la dictadura de Pérez Jiménez estaba consolidando su obra asistencial en Venezuela y había construido un hospital en todas las capitales de estado, lo que implicaba la profesionalización de un personal para el control y administración de esos novísimos e importantes centros dispensadores de salud. Con casi 2 años de experiencia lo envían la isla de Margarita por 3 meses a realizar un curso de Contabilidad de Costos para nosocomios, en el hospital “Luís Ortega” de Porlamar. Tuvo que llegar por avión ya que para la época no había ferry. Entre las cosas que aprendió fue calcular el costo diario de un paciente para un centro de salud que ahora, en sus reflexiones reconoce que era un método muy rudimentario, porque no incluía los gastos de servicios públicos, que los hospitales no pagaban, pero eran una erogación para el estado y este es uno solo e indivisible. Cuestión de tiempos.

Concluido el curso, regresa a Ciudad Bolívar, se incorpora a su trabajo, donde ya había conocido a una enfermera de nombre Rosa García Noriega con especialización en anestesiología a la cual había jurado amor eterno. Creía que se quedaba cuando lo llamaron de Caracas y lo mandan como contador al viejo “Hospital Civil” de Maracay, con un sueldo de Bs. 900, pero con el encargo de colocar las cuentas en orden ya que el despelote era tan grande que el director no sabía cuanto era la deuda con los proveedores. Escéptico, lo recibe el director del hospital y le dice: “Otro más, mire hijo, por aquí han pasado varios y no han podido decirme cuanto debe el hospital” Voluntarioso le dice “déme un mes y le digo” que va. Le pidió un tiempo prudencial más y fue como a los 3 meses que se aproximó, hasta que logró poner las cuentas al día. Cuando tenía como un año en el cargo, pasó por Maracay, don Diego Anderson le pidió que lo acompañara a San Sebastián de Los Reyes, un pueblito del estado Aragua, donde el intendente del centro de salud había sido víctima de un atraco y quería conocer de primera mano lo sucedido para hacer la denuncia respectiva. Jefe es jefe, lo acompaño y en el camino le contó lo de sus amores y del interés que tenía que lo cambiará a Ciudad Bolívar. Este le dijo que evaluaría la cuestión, llegaron a un expendio de comida y cerveza. Mientras comían, pararon la oreja y escucharon la versión de los lugareños. Todos coincidían que el intendente se había autoatracado. Predispuestos llegaron al hospitalito, el funcionario en cuestión los recibió nervioso y ante la insistencia de que los acompañara a poner la denuncia en la Dirección General de Policía (DIGEPOL) de San Juan de Los Morros, el hombre lo que quería era reponer el dinero, pero como atraco es atraco, el jefe le dijo que eso era ilegal. Fueron a poner la denuncia y cuando lo interrogaron, cantó como un pajarito, fue detenido. Correctas las cosas en la época. ¿O nó?

Con la experiencia acumulada, la confianza de los jerarcas en la administración del sector salud y la buena disposición que siempre demostró para colaborar, aceptó poner las cosas en orden en ese módulo asistencial y a la vez cumplir con sus obligaciones en el hospital de Maracay. Un jeep de agencia para el transporte, gastos de combustible y Bs. 20 de viático compensaban el esfuerzo. En ese trajín estuvo 4 meses, hasta que el mes de junio de 1960, le participaran el cambio – más cerca de Rosa – para el centro de salud “Darío Márquez” en Caripito devengando un sueldo de Bs. 1.260 como intendente. Ese año, curiosamente, el 8 de diciembre, se cumplía el bicentenario de la fundación de la ciudad de Maturín cuestión que el ignoraba, pero de lo cual se percató, cuando presenció la movilización militar y una caravana de carros negros que enfilaba hacía el Caño San Juan, el muelle de los barcos petroleros, donde el Presidente Betancourt abordaría el yate presidencial que lo trasladaría a La Guaira y desde allí, por supuesto dirigirse a Caracas. Nada anormal, partiendo del hecho que el Presidente Betancourt evitaba al máximo viajar en avión – Ese yate fue adquirido por el dictador Pérez Jiménez – y servía como medio de transporte a Betancourt. Más nunca se hablo de ese yate y en la actualidad con la nave que se gasta el presidente y la flota de la armada, por supuesto, es innecesario.

Volviendo al tema central, ese hecho le creo el primer problema serio a Martín Márquez Windevoxhel, había llegado al centro de salud con la misión de poner las cuentas en orden, el Ministerio conocía de una deuda grande, Martín logró establecer el monto de esa deuda, 75.000 bolívares en apenas 3 meses de gestión de un director, pero sin percatarse que pisaba los callos a los familiares de Luís Piñerúa Ordaz, a la sazón, gobernador del estado. Regresa la caravana después de despedir al presidente y hacen una parada en el Centro de Salud, a solicitud del Ministro de sanidad Arnoldo Gabaldón que venía acompañado del gobernador del estado Luís Piñerúa Ordaz, quienes solicitan precisión acerca de la deuda del centro. Llaman a Martín que es el intendente y este diligentemente busca los soportes, lo chequean y se percatan que la casi totalidad de la deuda era con un comercio local, perteneciente a un hermano de Piñerúa. ¡Ay vaina! cambian al director y el que viene, llama a Martín para que lo busque en el aeropuerto de Maturín, solícito acude, llega el hombre, Dr. José Ignacio Ferreira, se saludan cortésmente, Martín observa que es una persona amable, de buen trato y buen conversador. Cuando abordan el vehículo le pide que pasen un momento por la gobernación, entra habla con el gobernador y cuando sale había cambiado totalmente y en la conversación a Caripito, le pregunta ¿Tú no eres adeco? y Martín le responde que no se mete en política, este le insiste, pero no logra convencerlo. Desde ese momento la relación de trabajo fue difícil, hasta que un día lo llama el director y le notifica que hay que prestarle el Jeep nuevo a una comisión de la DIGEPOL que haría un trabajo en la zona. A los 3 días venía una noche del cine con un compañero de trabajo y ven el vehículo estacionado frente a un burdel, van, buscan la copia de la llave y se lo llevan al Centro de Salud. Él creía que hacía lo correcto. El otro día que los digepoles de la comisión vienen a hablar con en el director, notificándole que el Jeep se lo habían robado. Llaman a Martín y cuando le enteran de la novedad, inocentemente dice; “No el jeep no fue robado yo lo rescate anoche a las puertas de un burdel y lo tengo estacionado en el garaje del centro buen resguardo” Ese fue la gota que derramó el vaso.

Iniciándose el mes de marzo, una comisión de la DIGEPOL, lo detiene una noche en el cine, lo llevan a la recepción, es mantenido 6 horas en vilo, hasta que llega un oficial y le dice: “Por orden del gobernador tiene 72 horas para abandonar el estado” Martín como palo e’ gallinero, recogió sus macundales y más rápido que inmediatamente se traslado a Caracas. Cuando llega una mañana a la oficina de su mentor y amigo Diego Anderson, que por un familiar de Martín estaba al tanto de lo sucedido, observa que ya está el director del centro en audiencia con el jefe de la zona, se retira tácticamente y regresa en la tarde a llevar su versión. No había vuelta atrás, para Caripito no volvía y, para colmo de males, había ausencia de cargos disponibles donde reubicarlo. Buscan una salida honorable. Martín solicita 2 meses de vacaciones vencidas y un permiso que otorgaban por 15 días para casarse. Esa fue la salida mientras le buscaban otro destino. Vino a El Tigre dónde ya Rosa había logrado cargo como anestesista en el hospital de San Tomé de la Mene Grande Oil company, contraen nupcias, compran la casa donde todavía viven. El 15 de junio de 1.961 se reporta de nuevo a Caracas, lo asignan como intendente del viejo hospital “Luís Razetti” de Barcelona, con un sueldo ya reducido en un 10% de acuerdo al decreto de emergencia económica de Rómulo Betancourt, de Bs. 1.606 mucho más de lo que ganaba en Caripito. Regresa a El Tigre y el lunes 26 cuando viaja a Barcelona para tomar posesión del cargo no pudo pasar por el Km. 52 porque se había producido el Barcelonazo y no fue hasta el 28 cuando las cosas se calmaron que asumió su nuevo cargo de la mano del mismo auditor que le había entregado en Caripito, un señor llamado Benjamín Gruber que debe estar viviendo aun en esta ciudad de El Tigre. En el año 1963 Rómulo Betancourt, inauguró la actual sede del hospital “Luís Razetti” en el cual trabajó 6 meses, hasta que en enero de 1964, fue enviado para organizar la pronta puesta en servicio del hospital de Maturín “Manuel Núñez Tovar”. En ese tiempo jugó banco porque no había dinero para el funcionamiento de ese nosocomio, seguía cobrando por el Razetti, vivía más en El Tigre, donde arrendó la estación de servicio Shell y cuando lo llamaron de nuevo en marzo del 65 no aceptó ir para Yaracuy y renunció al Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, dedicándose a la actividad privada que había iniciado en el ramo de las estaciones de servicio en la E.S Shell Méndez, en la avenida España.

En 1967 se anunciaba la inauguración de los hospitales de El Tigre y Cantaura, lo llaman de nuevo y solicita para su reintegro la intendencia del hospital de El Tigre, cuestión que le es negada, porque en justicia le correspondía a Héctor Cordero Blanco, que ya era el intendente del Centro de salud y era merecedor del ascenso. Empero, acepta la intendencia del hospital “Luís Alberto Rojas” en Cantaura, que venía a sustituir un puesto de socorro que era lo que existía en la capital de Chamariapa. En enero de 1968 le dan su nombramiento e inician la organización con un grupo liderado por el Dr. Juan Guillermo Bermúdez en calidad de director y el 16 de octubre el Dr. Raúl Leoni lo inaugura en un lucido acto que presidieron el entonces gobernador del estado, José Ramón Hernández Camejo y Antonio Ovalles como Presidente Municipal. Recuerda Martín que el jefe de AD era Antonio Rafael Palma Yépez “Palmita” y Otto Padrón Guevara era un dirigente bisoño y en pleno ascenso en las filas del partido del pueblo en el municipio Freites y que en las elecciones de ese año fue electo concejal. Buena memoria y eso que anda en 69…años.

Siete años estuvo Martín en el hospital de Cantaura como intendente, hasta que fue removido del cargo en el gobierno de Carlos Andrés Pérez Rodríguez, en julio de 1974 cuando le aplicaron el decreto 211, con lo cual se sepultó la estabilidad laboral en la administración pública, que contemplaba la Ley de Carrera Administrativa. Otra vez, sin empleo, incursionó en la actividad de agente viajero o viajante, aprovechando su experiencia, conocimiento en el área de la salud y los contactos que tenía con empresas especializadas, pero fundamentalmente esperanzado en los amigos que tenía en diferentes hospitales y centros dispensadores de salud. Unos meses le duro la ilusión, sus mejores “amigos” por razones políticas se le escondían o se negaban recibirlo cuando lo anunciaban. Cuestión del sectarismo de la época.

Cuando ganó Luís Herrera, vino por la revancha. En su condición de jefe de campaña en el municipio Guanipa, donde el candidato arrasó, fue convocado a una reunión regional de COPEI y le solicitó al entonces Secretario General del partido Carlos Guevara León, la administración regional de salud, lo postularon, lo nombraron y ocupó ese cargo por espacio de 5 años hasta que ganó Jaime Lusinchi y los adecos no lo botaron, pero lo pusieron a jugar banco. Llegaron las elecciones municipales, renunció y lanzó su candidatura a concejal por el municipio Bolívar, logró ser el primer suplente y se incorporo varias veces a la Cámara Municipal. En fin Martín estuvo la bicoca de 25 años al servicio del estado en el área de la salud y como dato curioso, no goza de jubilación en el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social. Creo que es una injusticia de la cuarta y la quinta república, que debería corregirse. El tiempo lo dirá.

Hoy Martín Márquez Windevoxhel, que anda feliz en 69…años, está dedicado a tiempo completo como director del diario Mundo Oriental, del cual es fundador junto a Don Edmundo Barrios y el Ing. Félix Wong López, tiene la dicha de haber consolidado un hogar junto a Rosa García Noriega con la cual procreó 3 hijos, todos profesionales de la república. Martín Elías que es ingeniero civil, se desempeña como Vice-presidente de una empresa trasnacional con sede en West Palm Beach, Estado de la Florida, dónde tiene residencia, Jorge Luís, exitoso profesional del derecho y Sheyla Marina, administradora y exitosa empresaria. Martín como buen llanero y hombre de mil caminos tiene dos hijas más. Piubella Márquez Martínez que es ingeniero industrial y la educadora Anabella Márquez Martínez que viven en la capital del estado.

Para los que conocen a Martín Márquez Windevoxhel como hombre público, columnista, comunicador social, quizás, les sorprenda está faceta de su vida, pero la vivió intensamente, se siente orgulloso de su paso por la administración pública en el área de la salud y puede decir con el corazón henchido de alegría que fueron conquistas propias que le dan grandeza a las victorias alcanzadas a lo largo de su vida. Mucho gusto, diría Maicabares Berroterán.

sábado, junio 10, 2006

Personajes de mi pueblo: Miguel Tabata

“Bienaventurado aquel que encuentra el trabajo que le
gusta; que no se preocupe por otra bendición”
Thomas Carlyle.
En las décadas del 50 y 60, la penetración del cine Mexicano en Venezuela fue decisiva, para que muchísimos conciudadanos, hasta el día de hoy tengan una inclinación especial por la música azteca, especialmente la del género ranchero. Uno de esos personajes amantes de esa maravillosa expresión cultural, es Miguel Tabata, quien nació en la vecina población de Pariaguán el 25 de noviembre de 1925 y luego de pasar su niñez, adolescencia, muy joven llegó al incipiente pueblo de El Tigre, fue uno de los fundadores del sector barrio ajuro donde tiene una larga y dilatada trayectoria como bodeguero, botiquinero y hombre de trabajo a carta cabal. El compaíto Miguel, como se le conoce popularmente actualmente posee una bodeguita en los límites de Pueblo Ajuro, exactamente en la carretera Negra de la Flint cruce con Calle Florida que atiende junto a su hijo Gudelio, que le permite sobrevivirle a estos tiempos difíciles, en la pobreza, pero con mucha dignidad.

Muy joven en su natal Pariaguán, tuvo que trabajar para ganarse la vida. Comenzó sus faenas en las mañanas como jardinero en la casa de un piloto de aviación de la compañía Sinclair, que vivía en el sector “El Bajo”, actividad que compartía con sus estudios de primaria en la escuela Nicanor Bolet Peraza donde alcanzó el tercer grado, tuvo que abandonar para trabajarle en las tardes en la atención de las gallinas, los venados, pollos, pericos, loros y demás animales domésticos a un señor que se desempeñaba como jefe del comedor de una compañía en Anaco. Viajaba en la madrugada, regresaba en la noche trayendo unos sándwich que eran una divinidad, según cuenta Miguel. En esos tiempos de escasez y necesidad que le toco vivir, le metió a la artesanía fabricando capillas para alpargata que le vendía a un señor que las trabajaba, completaba y distribuía al mayor. Mire compaíto, me dice, fabriqué hasta voladores – Papagayo en Venezuela, papalote en México -- que vendía a medio para poder mantenerme. Eran tiempos de hallacas a real y pepsi cola a medio.

En esos menesteres, el campaíto Miguel conoció a Pedro Bermúdez Arreaza que tenía un bar restaurant que le dio empleo desempeñándose como “Toero”. Por su dedicación, responsabilidad y honestidad, se ganó la confianza plena del dueño del negoció, que lo dejaba encargado mientras desarrollaba otras actividades comerciales en El Tigre, debido al crecimiento en la labor comercial decidió alquilarle la esquina La Florida a Ruperto Marcano, instalando una bodega con expendio de licores. Abre sus puertas y Pedro Bermúdez Arreaza, lo invita a encargarse de su nuevo negocio, cuestión que aceptó, viajó a este pueblo en un camioncito que venía cargado de mercancía y como no había espació tuvo que hacerlo arriba del corotero como el mismo lo afirma. Era para colmo la primera vez que se montaba en un vehículo. Fijó residencia en la calle Orinoco en la casa de la señora Madre de Pedro, Doña María Bermúdez. Nunca olvida el compaíto Miguel que unos rones venían en barriles, que ellos expendían por copita a medio y otros en los tradicionales envases de vidrio de a cuartito, media botella y botella marca Altagracia, pero los margariteños de la época llamaban “Chelia” quizá, porque el dueño de la destilería que los producía, se llamaba José Díaz Alfonzo.

En ese tiempo el compaíto Miguel se aficionó al cine, debutó como espectador en el cine mudo, luego fueron llegando las mexicanas que le marcaron su vida para siempre. Le encantan los mariaches y es admirador de los extintos actores y mejores cantantes Pedro Infante y Jorge Negrete de quien conserva como una joya en discos de acetato, la pieza musical “El corrido del Águila Negra” En una oportunidad Edgar José Salazar fue a venderle queso a la bodega y cuando venía con una pieza de unos 15 kilos aproximadamente, el compaíto Miguel se apresuró a agarrar papel de un saco de azúcar vacío, para colocarlo al plato del peso y evitar la corrosión que produce el suero. Cuando alza el saco rueda un disco, lo agarra y dirigiéndose a Edgar que esperaba para colocar el queso en el plato protegido y quitarse la carga de encima, le dice en tono adolorido “Compaíto como no voy a estar quebrado. Vea esto. Mi mejor disco, lo saque de la rockola para que no me lo rayaran de tanto que lo seleccionan los clientes y vea dónde me lo tienen los muchachos. Edgar, cimbrado por el peso, alcanza a preguntarle ¿Y que disco tan bueno es ese compaíto? Y Miguel le contesta, con las manos en la cabeza, conteniendo la rabia y el dolor. El disco del Águila Negra Compaíto, el disco del Águila Negra mi compaíto” Una señal prístina de la admiración por Negrete y sus interpretaciones.

Don Pedro Bermúdez Arreaza, luego se asoció con su hermano Cruz e incorporaron al negocio la distribución de leche, asignándole la tarea al compaíto Miguel de ir todas las madrugadas a expenderla en el mercado a real el litro. Cansado y no viéndole proporción al negocio, renunció y volvió a Pariaguán, donde pasó apenas un mes y regresó a El Tigre con el firme propósito de independizarse. Adquirió por mil bolívares un kiosco para expender víveres y mercancía seca al detal, en el mercado que funcionaba en la calle Héctor Villegas frente a la bodega de Barón. Al mes demolieron el mercado, quedó en el aire de nuevo, pero no se rindió e inmediatamente alquiló uno para trabajar en las afueras del mercado de la avenida 5. Recuerda que colocó su kiosko frente el negoció de Alejandro Agostini quién molesto por la competencia lo trataba mal y cuando tenía unos palitos encima lo insultaba de lo lindo. El compaíto Miguel que tiene la paciencia del carbonero y un carácter afable le aplicó la filosofía popular “Palabras necias oídos sordos” El hombre pasó como un año en esa pelea hasta que se cansó y al final terminaron siendo muy buenos amigos.

Consolidado el kiosko, a los 3 años, apareció de nuevo, Pedro Bermúdez Arreaza quien le ofreció empleo de nuevo y en mejores condiciones porque le iba mal en el negoció, necesitaba de su experiencia y experticia. Miguel aceptó, se asoció en el kiosko con un margariteñito y se puso al frente del negoció en la esquina la Florida. Recuperado el negocio Pedro le vende a su hermano Cruz, el compaíto Miguel se retira y compra una casa en la calle Falcón, que tenía 13 habitaciones, vivía de los alquileres y lo que producía el kiosko. En esa oportunidad, recuerda con cariño, que Santiago Rojas, el papá de Silvestre Antonio Rojas el popular “Metoquina” vivía en una de las habitaciones y como estaba sin trabajo, tenía los muchachos pequeños, no le cobraba la mensualidad. Luego vendió a Ramón Arraíz quién luego, al poco tiempo hizo lo propio a Eduardo Castillo que remodeló el local e instaló la refresquería “El Castellón” ese local, después del fallecimiento de Eduardo fue comprado a un heredero de nombre Tomás Castillo, por Zuleima Golindano quién luego lo vende a su hijo Alfredo “El cabezón” Golindano que en la actualidad lo tiene en remodelación y una parte que ya concluyó, la tiene alquilada a la petrolera.

Con el dinero de la venta, unos ahorritos que tenía compro una casa y montó su bodega mas adelante, exactamente, frente a la residencia de Antonio Lara, donde hoy, por cierto, habita la familia Quijada. Vendía víveres, los fines de semana sacrificaba sus cochinitos y en el tiempo incorporó un billar, un pool de fabricación rudimentaria que no tuvieron el éxito deseado. Luego vendió para fabricar en la esquina de calle Falcón con 5 de julio, estableció por muchos años la bodega en la esquina y en la parte posterior un barcito con lindas anfitrionas, una buena rockola, un billar y un pool de última generación. El compaíto Miguel había logrado su sueño. Consolidar un negocio propio que le garantizará su subsistencia y la familia, a la cual le construyó una casa al lado. Creo que en ese punto, con altos y bajos, como es normal en la vida vivió sus años dorados. Hoy la esquina, que fue comprada por Francia Fermín, a pesar que demolió la estructura del antiguo local, cercó y construyó una casa para la familia, sigue siendo muy conocida. Es la esquina de Miguel Tabata que todos tomamos como punto de referencia.

En sus recuerdos todavía vibran algunos nombres de compadres y amigos con los cuales compartió buenos y malos momentos. Destaca el compaíto Miguel a su compadre José María Lira Reyes que fue tan amigo y de confianza que cuando decidía echarse las tequilas, lo dejaba al frente del negocio, también recuerda con mucho afecto y cariño a don Julio Rodríguez el hombre de la inyectadora, a sus vecinos Germán Barreto, Jesús Piñero, Félix José Ramos el popular “Margarito” y su esposa Graciela Soto, Pablo “Catire” Freites, que tenía una bodega al frente, donde hoy es la residencia de Edgar José Salazar y Luisa Centeno, “Patica” Zubillaga, Ramonita Montes, que tenía la competencia en la esquina de la calle Venezuela, Jacinto Tabata y su mujer “Goya” Montero, la viejecita Narcisa Rodríguez, “Goya” Arretureta, Jesús Campos, Modesto Maestre, Rafael Carrillo Tocoragua, su comadre Anastelia Salazar y así, compaíto, tanta gente me dice. Hasta los que me echaban el carro recuerdo ¿Cuáles? Pregunto. Bueno compaíto, Manuel de Jesús Duerto, el popular gallo enano, David Castillo conocido popularmente como “El Mocosito” y no crea compaíto, me dice, con picardía que Arturito Salazar “El quebraíto” era muy santo, había que estar mosca con él también. Toda gente buena y sana, a pesar de los pesares.

Imagínese, compaíto, había tanta seguridad en esa época, que yo iba todos los días al filo de la medianoche a pie, con mi bicicleta agarrada por el manubrio, acompañando a las chicas que trabajaban conmigo que vivían en la Charneca, no las podía dejar solas y además en ese trayecto, aprovechábamos, para hablar de muchas cosas y no pocas veces, de allá, me venía bien entrada la madrugada, tranquilo en mi bicicleta y nadie me molestaba, hoy aquí en la bodeguita, a pesar que la tengo forrada de cabillas, vivo en permanente vigilia, asustado y encomendado a Díos. Que le queda al pobre en estos tiempos de violencia irracional. Todos vivimos con miedo.
El compaíto Miguel es un eterno enamorado, galanteador congénito, picaflor empedernido, no se amilana a la hora de soltarle la jauría a una bella dama, de eso hay historias en el barrio. Tuvo dos hijos Moraime y Crisanto en su primer matrimonio y luego contrajo nupcias con el amor de su vida, Coromoto Arriojas, unió su vida a ella para siempre, procrearon cuatro hijos, Marcela, Miguelito, Gudelio y Eber. Miguel Tabata, un trabajador insigne, fundador de la calle Falcón y 5 de julio en Barrio Ajuro, sigue haciendo historia en El Tigre. Desde muy joven le gustó el comercio, de ese camino no lo sacó nada, ni nadie y hoy todavía en la Carretera Negra de La Flint, continúa al frente de una bodeguita de su propiedad. Bienaventurado cuando se ganó esa bendición de Dios y hoy puede alzar la copa con orgullo y decir al unísono con la ranchera mexicana…Por ellas, aunque mal paguen.