viernes, noviembre 27, 2009

Personajes de mi pueblo: El paisano Yoni

La patria de cada hombre es
el país donde mejor vive
Aristóteles (384 a.C. – 322 a.C.)
Filosofo griego.

El 22 de diciembre en la noche de 1958, procedente de Italia, después de 24 días de navegación, atracó en el Puerto de La Guaira el barco “El Locaña” la mejor embarcación italiana de la época. Entre los 700 pasajeros que pisaron tierra venezolana, estaba Yadallah Kassem El Yassine Jatib quien había nacido el 14 de marzo de 1929 en la población de Talli, Siria. El 23 mientras se producía el despertar democrático del país, este inmigrante llegó al pueblo de El Tigre, traído de la mano de su sobrino José Habib quien era el propietario del almacén “La Amistad” ubicado en la calle Bolívar frente al desaparecido cine Principal, luego Maroní y hoy su local convertido en un abasto chino. “Fucho” Rodríguez y José Zamora trabajaron para ese almacén.

Cuando llegó al Puerto de La Guaira sólo hablaba árabe e inglés y en este último idioma se entendió con un fiscal de la aduana al cual, mientras le explicaba que venía a Venezuela invitado por un sobrino que vivía en El Tigre y su meta era quedarse a trabajar, le regaló 2 cajetillas de cigarrillo Malboro, y el funcionario muy amablemente le dijo “Bienvenido, este país necesita gente laboriosa como usted” agarró una buseta hasta Caracas y luego un autobús hasta nuestra ciudad. Una vez que llegó, aprendió nuestro idioma y ahora, dice orgulloso con su proverbial buen humor sólo habla “venezolano” No nos lleva nada en cuanto al idioma.

Los primero amigos y clientes que tuvo, cuando se dedicó a Zapatero remendón recorriendo las calles del pueblo, lo llamaban con el apodo de Yhajaira buscando una similitud con su nombre “Yadallah”. Eso no le gustó por ser un nombre femenino y hábilmente se hizo llamar Yoni como se llamaba el para entonces Rey de Gran Bretaña, nombre con el cual quedó identificado para sus familiares, amigos, clientes y relacionados. En año 1962, montó en el callejón Ayacucho el Almacén Brasil – todo iba bien – hasta que en el año 1964 unos vecinos, angustiados por la recesión que había en el pueblo provocaron un incendio, supuestamente, para cobrar el seguro de sus negocios. El de Yoni también fue devastado por las pavorosas llamas y quedó de nuevo en la calle ya que no poseía póliza. Los otros cobraron y se marcharon buscando nuevos horizontes. El quedó con el pálpito de que el incendio no fue inocente.

Unas son de cal y otras son de arena. Volvió a la actividad de zapatero remendón un tiempo en El Tigre y, como la cosa estaba difícil, viajó hasta Calabozo, estado Guarico dónde permaneció durante 4 años en el mismo trabajo. En ese tiempo conoció a Nicolás Felizzola – portaba dos revólveres al cincho – quien, en un encuentro en Valle de La Pascua, le dijo “como y beba lo que quiera, agarre ese billete de Bs. 50 y si paga, le meto un tiro”. ¡Una guará! Luego de esa maravillosa experiencia en el llano, volvió a la ciudad, agarró unas vacaciones en Ciudad Bolívar, conoció a una linda paisana, se enamoraron, casaron y fijaron residencia aquí. Esa vez le alquiló un local en la tercera carrera norte # 52 al chino Bon Yue – luego se lo compró – en el cual vive y comparte el ambiente con una fábrica y reparación de muebles de mimbre que instaló y de cuya actividad no se ha apartado hasta el día de hoy.

El paisano Yoni, simpatizó por muchos años con Acción Democrática, cuyos dirigentes le lograron la nacionalización y la cédula de identidad venezolana. Nunca olvida que en la década del 60, visitó la ciudad de El Tigre el Dr. Jorge Dager y como buen paisano fue a saludarlo en un mitin que celebró más o menos en dónde hoy está ubicada la Plaza José Antonio Anzoátegui. Un saludo nada más ya que incluso fue vestido de blanco para no despertar sospechas y no se confundieran sus simpatías ¡Que va! suelta la carcajada “El Dr. Graciliano Cazorla lo vio, lo llamó cuando regresaba, le pidió la cédula, se la confiscó y desapareció” Luego la tuvo que sacar de nuevo. Eran tiempos de sectarismo adeco.

El turquito yoni – a pesar de ser árabe, oriundo de Siria – no se molesta porque lo llamen turco, aún cuando reconoce que estos les han hecho mucho daño a los países árabes y allá hay una gran animadversión hacia ellos. Precisamente salió de su tierra natal cuando había una invasión turca en el barco Yanderkl de bandera de ese país junto a otros 70 pasajeros y en el cual navegaron 4 días hasta que llegaron a Italia. “Eso quedó atrás y en el recuerdo. Ahora soy venezolano, mis hijos son venezolanos, hablo venezolano, vivo en El Tigre, moriré en El Tigre dónde he sido y soy feliz, así amanezca, sin un medio en el bolsillo” repite varias veces con gran convicción y orgullo.

Estos personajes que escogieron a Venezuela para trabajar, contribuir con su humilde esfuerzo al desarrollo del país y además eligieron a nuestra querida ciudad como su patria chica para sembrarse junto a la familia que formaron, los podemos considerar paisanos porque como dice Yadallah Kassem El Yassine Jatib, el popular Yoni. Aquí e El Tigre yo vivo bien y soy feliz al lado de mi esposa y mis hijos” y como la patria del hombre es lugar dónde vive mejor, no hay lugar para alguna duda. Venezuela es la patria grande de Yoni, El Tigre, su patria chica y Pueblo Nuevo Norte su hábitat natural en dónde goza de una gran popularidad y se desenvuelve como pez en el agua. Un venezolano más.




viernes, noviembre 20, 2009

Personajes de mi pueblo: Otilio Heredia


Cualquier ayuda que podamos prestar a otro
en este mundo, es una deuda contraída con él
John Ruskin (1819-1900)
Escritor británico.

No todo lo que brilla es oro. Hay gente que tiene percepciones equivocadas. No aprecian el dolor, no tienen sensibilidad y no les toca el corazón las vicisitudes que diariamente tiene que sortear otro ser humano para sobrevivir invocando la solidaridad de sus semejantes. Otilio Heredia que vino al mundo el 24 de noviembre de 1948, en un hogar humilde de la ciudad, conformado por la pareja de agricultores, hoy fallecidos, Dionisio Carvajal y María Heredia, oriundos de Boca de Uracoa, estado Monagas los cuales llegaron a El Tigre a los inicios de la década del 1940, atraídos por la pujante actividad petrolera que se desplegaba en la Mesa de Guanipa, es uno de esos hombres que solicita esa ayuda y apoyo de la gente para “medio vivir mejor” y adquirir sus medicinas. Hay que mirar a nuestro alrededor.

Don Dionisio logró empleo en la contratista petrolera “La Nona”, lo que le permitió quedarse y fijar residencia en la calle Brisas del Mar. En el largo, añejo y feliz matrimonio procrearon 9 hijos. Elio, Ramona, Marcelo, Víctor, Juan, Del Valle, María, Carmen y Otilio. Cada uno de ellos se independizó, hicieron y hacen sus vidas en familia. Nuestro personaje, que ya tiene 9 años compartiendo las labores de vigilancia en el estacionamiento del Banco Venezuela – antes Caracas – con Francisco Rojas, en una oportunidad fue retenido por la Policía Metropolitana porque, según ellos, no podía permanecer como vigilante en el sitio. El gerente de la entidad bancaria se movilizó, obtuvo su libertad y logró que le permitieran continuar medio ganándose la vida en el lugar. A nadie le falta Dios.

Otilio Heredia, que es diabético y ya le han amputado 3 dedos, antes de llegar al estacionamiento del Banco Venezuela, trabajó como chancero en varias contratistas petroleras, fue mensajero, controlador en el terminal de pasajeros de Puerto La Cruz, cobrador del Aseo Urbano Domiciliario en el Concejo Municipal de El Tigre y una vez que la devastadora enfermedad que padece fue mermándole sus facultades físicas, buscó ganarse la vida honradamente cómo vendedor informal ofreciendo CD de música y películas y lápices a los usuarios del cajero externo (autobanco), actividad que abandonó por la crisis económica y se dedicó a compartir la vigilancia del estacionamiento con su amigo Francisco Rojas y sobrevivir con las propinas que generosamente les proveen los agradecidos conductores por cuidarles sus vehículos. El que busca encuentra.

Amante del cine y la música mexicana, Otilio Heredia estudió hasta tercer grado en la escuela José Silverio González cuando funcionaba en la tercera carrera norte – detrás del mercado de Pueblo Nuevo – ahora tiene su residencia junto a su esposa Josefa García y sus hijos en la calle Aragua # 93 y con esa penosa y criminal enfermedad que lo aqueja espera, aspira y tiene la firme esperanza que los nuevos gerentes revolucionarios del Banco de Venezuela, hagan buena las palabras del Presidente Chávez en el sentido que ahora esa entidad bancaria es socialista y por ende de producción social que debe orientar sus ganancias solidariamente con el soberano y especialmente con quienes cómo él y Francisco, se han comido las verdes durante tanto tiempo sin percibir ningún salario, emolumento o dádivas que no sean las provenientes de la mano generosa de los clientes del Banco que utilizan el estacionamiento. Llegó el momento de hacer justicia.

En esos 9 años que Otilio Heredia, lleva vigilando en el estacionamiento del Banco de Venezuela, nunca han robado u abierto un vehículo, pero cómo no todo es perfecto en la vida. Atento y concentrado en el cuido de los automóviles para que los clientes puedan hacer sus transacciones sin ningún sobresalto o preocupación, le han robado 6 bicicletas. No hay dudas que existen granujas inescrupulosos e insensibles que no miden a la hora de causar daños a una persona – que tal como muestra la gráfica – no sólo padece la diabetes sino que tiene que guarecerse debajo de unos cartones para cubrirse del sol inclemente y las sorpresivas lluvias para, repito, medio ganarse la vida “Que triste se oye la lluvia en los techos de cartón” recuerda es sus canciones el cantante ícono de la revolución. Una verdad del tamaño de un templo y que tiene muchos ejemplos a la vista. Una gráfica dice más que mil palabras.

Estos personajes, que forman parte de la cotidianidad de la ciudad y que a veces pasan desapercibidos, realizan un trabajo de seguridad sin ser oficiales, portar armas o uniformes, casi imperceptible, pero de una gran importancia para salvaguardar los bienes materiales de los clientes del banco. Bien merecen que la gente actúe con generosidad ante ellos, entiendan su situación y ayuden con sus aportes voluntarios – a nadie exigen – pero es obvio que nobleza obliga. Unos bolívares más, unos bolívares menos ni enriquecen ni empobrecen a nadie. Cualquier ayuda que podamos prestar es una deuda que cancelamos con los más necesitados. Con respeto, cariño y mucho amor, deja tú propinita que Dios proveerá y …te lo pagará.


lunes, noviembre 16, 2009

Personajes de mi pueblo: Francisco José Rojas

El pobre carece de muchas cosas;
el avaro de todo

Séneca Anneo (3 a.C.- 65 d.C)

Filósofo latino


En el estacionamiento del Banco Venezuela. Aferrado a un palo de escoba que le sirve de bastón. Con sus dolencias a cuestas producto de una artritis y una caída que sufrió desde el copo de una mata de mango, cuando apenas tenía 12 años y le produjo doble fractura en el coxis, que con el tiempo volvieron a abrirse. Con sus largas barbas y cabellera amarillenta, vemos todos los santos días hábiles a Francisco José Rojas, sobreviviendo a su pobreza, apelando a la buena voluntad y sensibilidad de los clientes de la ahora, roja rojita entidad financiera, a los cuales les toca el corazón y le obsequian una propinita por vigilarles el vehículo mientras hacen sus transacciones bancarias tranquilos y seguros de que cuando salgan todo estará en orden. La seguridad, en estos tiempos vale oro y Francisco la presta gratuitamente.

Ser rico es malo, pero ser pobre, sin empleo, enfermo y sin una pensión es una tragedia. Francisco José Rojas, vive ese vía crucis y tiene que madrugar todos los días. Llegar al estacionamiento del banco, permanecer hasta la 9 PM, cuando lo releva Otilio Heredia, para luego volver a las 2PM, todo ese tiempo tiene que sostenerse con el palo de escoba que le sirve de bastón, vigilar los vehículo, salir a dirigir el transito para que los clientes de la entidad bancaria no tengan colisiones, moverse hasta la ventanilla del conductor del vehículo que se retira y estirar la mano para recibir la propinita la cual utiliza para “medio comer y adquirir algunas medicinas” que le alivian un poco las fuertes dolencias que le producen los padecimientos ya descritos. Entérese, que no todo lo que brilla es oro.

Francisco José Rojas un tígrense, que nació el 4 de octubre de 1955, es un discapacitado que anda por el mundo gracias a su férrea voluntad. Tiene su residencia en la calle Anzoátegui Nº 70 del Casco Viejo, que comparte con su anciana madre Melania Vicent Vda. del señor José Rojas, un matrimonio margariteño que llegó a la ciudad atraídos por la fiebre del petróleo, lograron estabilizarse un poco, cuando el hombre de la casa obtenía chances largos en la contratista petrolera “La Nona”. En la larga unión matrimonial sus padres procrearon 7 hijos, dos murieron muy niños y lograron sobrevivir Pedro José, Agustín Ramón, Zenaida y Mercedes. Francisco y su querida madre subsisten milagrosamente con el único ingreso fijo que poseen: la pensión del SSO que le cancelan a la doñita y que apenas alcanza para costearse sus medicinas. Y adquirir algunos comestibles. Es dura la realidad de la pobreza extrema.

Antes de llegar, hace 8 años al estacionamiento del Banco de Venezuela, para cuidar los vehículos de los clientes y apelar a la solidaridad de cada uno de ellos de manera voluntaria – a nadie obliga y menos se molesta porque alguien no colabore – Francisco José Rojas trabajo por chance en varias contratistas petroleras entre ellas Flint, SPA, Pride y en Anaco con Espeven, actividad que no pudo continuar cuando las fracturas del coxis volvieron a abrirse como consecuencia de las duras faenas que le toco adelantar en esas empresas. No hubo indemnización alguna y más nunca lo emplearon. El capitalismo salvaje no tiene corazón y mucho menos asumen accidentes laborales de chanceros. No descubrimos el agua tibia, pero el socialismo tampoco tiene ojos para estos casos críticos.

Ahora que el Banco de Venezuela fue adquirido por la revolución, Francisco José Rojas, que cursó estudios hasta cuarto año en el Liceo Revenga cuando estaba ubicado en la 2da. carrera norte, después de concluir su primaria en la Escuela estado Trujillo, tiene la esperanza que los revolucionarios que asumen la gerencia y administración de la entidad bancaria, estudien su caso, pueda tocarles el corazón y hagan buenas las palabras del Presidente Chávez en el sentido de que ahora es una empresa de propiedad social, puedan emplearlo como vigilantes a él y a Otilio, con el salario mínimo, las cestas tickets y algunos otros beneficios sociales, que les sirvan para mejorar su calidad de vida, adquirir las medicinas, alimentarse mejor y puedan salir de la espantosa pobreza critica que dolorosamente comparte con su anciana madre. Los nuevos propietarios del Banco Venezuela deben demostrar con hechos que el capitalismo es la muerte y el socialismo la vida. Un poco de solidaridad y buena voluntad bastan. Amanecerá y veremos.

Estos personajes que cuidan y vigilan vehículos en los estacionamientos de entidades bancarias, centros comerciales, calles y avenidas de la ciudad, prestan una labor silenciosa, pero bien perceptible e importante. Mientras ellos están en su puesto de trabajo, ningún vehículo es víctima del hampa, evitan atracos y robos porque siempre están moscas ante cualquier movimiento extraño. No son oficiales, no portan armas, no ejercen autoridad, sin embargo, son reconocidos, estimados y apreciados por todos los usuarios de esos sitios y aspiran que le gente entienda su difícil situación y colaboren con ellos que también merecen vivir dignamente. Es cuestión de sensibilidad y solidaridad

Mientras a Francisco y su compañero de infortunio Otilio, les llega la solidaridad socialista, nada cuesta desprenderse de unos bolívares, que no empobrecen a nadie, colocarlos en esas manos necesitadas y con esa acción altruista y bondadosa, enriquecernos el espíritu solidario y colocarnos en el camino Dios. ¡Hágalo y verá! La avaricia es un pecado capital. No lo olvidéis.

viernes, noviembre 06, 2009

Personajes de mi pueblo: Fidel Velásquez

La religión une a los hombres en Dios
San Agustín (354-430)
Obispo, filósofo y padre de la Iglesia Latina

Pequeño de tamaño, grande de corazón, honesto, sincero, trabajador, apasionado devoto de la Virgen del Valle, evangelizador, portador de la palabra por medio del rosario así, es el hijo de don José Martín Velásquez y la rezandera Digna Josefa Lista, el archiconocido Fidel Alejandro Velásquez Lista, quien se prepara diariamente bíblicamente para dedicarse de manera altruista y ad honoren a la profesión de rezar por las almas de los difuntos y los rosarios en familia, que según confiesa, estos últimos son mucho más importantes para educar, orientar y fortalecer la fe de la familia en la vida religiosa. Es un apóstol de la fe.

“Díos dota a todo ser humano de dones” asegura con mucha convicción. A los 37 años, una vez que falleció su señora madre que era la rezandera de casi toda la comunidad, se retiro de la vida mundana, para entregarse al santo oficio de llevar la palabra del señor. Su difunta madre, perteneció a la cofradía del corazón de Jesús, que desapareció para darle paso a la Legión de María y una vez que desapareció físicamente, Fidel heredó esa vocación religiosa, se incorporó a la legión y hasta el día de hoy cumple a cabalidad con todos los protocolos disciplinarios que la confraternidad demanda a sus afiliados. “Dios me dio el don de la palabra, soy un hombre de palabra y no puedo cometer sacrilegio porque pierdo mi credibilidad y prestigio” sostiene con mucha firmeza. Un religioso a carta cabal.

Fidel Velásquez, que lleva la palabra del señor por medio del rosario en los novenarios de difuntos y los rosarios en familia, no cobra por esa actividad religiosa “Porque las cosas de Dios, no tienen precio” siempre le repetía su mamá y él, ahora bien adentrado en esos santos oficios, está más convencido que nunca de esa gran verdad. A la gente que le pregunta por qué no cobra le contesta con mucha humildad, pero lleno de convicción “Porque me sale del corazón” y además cuando afronta sus retos litúrgicos, invoca el poder del espíritu santo el cual, confiesa, nunca le ha fallado y eso vale mucho más que todo el oro del mundo. Es tanta su pasión por transmitir la palabra de Dios que, con su propio peculio, preparó y editó un folleto muy completo que regala una vez que concluyen los rosarios en familia. No hay un ápice de dudas es un pastor al servicio del señor.

Al igual que sus padres y buena parte de sus hermanos nació en San Juan Bautista. Margariteño de pura cepa y tígrense por adopción, posee 7 hermanos paternos. Magno ya fallecido y quien fue hermano del alma de don Saúl Alcalá – caricaturista del diario La Antorcha, el Lic. Asunción, la Lic. Danny, Noelia, Alejandro, Alberto José – el popular Pérez Jiménez, también extinto – y José Martín. También dice con orgullo que posee 1 hermano por parte de padre llamado Beltrán Gómez y uno de crianza; Ignacio Salazar el cual, hasta hoy, forma parte del núcleo familiar. Una familia muy unida, solidaria, laboriosa e íntegros devotos de la Virgen del Valle – que ante la ausencia de los padres, los acerca cada día más en el amor, la hermandad y la confraternidad. La foto que acompaña esta crónica es de Fidel al lado de una bella imagen de la Virgen del Valle que tiene su nicho permanente en la entrada de la vivienda de la familia Velásquez y la cual mantienen impecablemente y veneran con toda la pasión de la devoción que profesan por la patrona de Oriente.

Fidel Velásquez, vino al mundo junto con la revolución cubana el 2 de enero de 1959, ese día asumía el poder Fidel Castro, el pueblo cubano vivía momentos estelares y en ese tiempo esa rebelión popular victoriosa que eyectó de la Isla grande al dictador Fulgencio Batista, tuvo un gran impacto en Latinoamérica, gozo de muchas simpatías y era el resultado de un gran triunfo lleno de épica. “Casi todos los niños de ese interesante momento histórico fueron bautizados con el nombre del héroe de esa hazaña memorable de allí, que mis padres unidos a la ola de popularidad que vivía en ese momento el mayor de los Castro, me colocaron este nombre el cual llevo con orgullo” rememora con un halo de satisfacción.

El prestigio de Fidel Velásquez como evangelizador y portador de la palabra de Dios traspasa los límites del municipio Simón Rodríguez, el estado Anzoátegui y lo ha proyectado en todo el Oriente del país. Recuerda orgullosamente que en varias oportunidades que le ha tocado llevar la palabra de Dios a través del rosario en la isla de Margarita, la gente ha hecho cola para felicitarlo por la pasión, dicción, convicción y conocimientos que posee para cumplir su cometido litúrgico. El mensaje llega, la gente lo capta y aprende. Esa es la misión y Fidel Velásquez la cumple a cabalidad como buen comunicador. Aclara, además, que no es rezandero, eso forma parte de la acción para llevar el mensaje de la palabra a través del rosario, que es en verdad su labor evangelizadora. Conciente de que la religión une a los hombres con el creador, no pierde tiempo en esa tarea de llevar el mensaje de la palabra para unirnos a Dios y unir las familias.

En su vida ciudadana Fidel Velásquez, quién curso la primaria en el colegio “Estado Trujillo y completó el tercer año en el Liceo Alberto Carnevali, no pudo continuar los estudios por la estrechez económica de la familia, pero desde ese tiempo que abandonó las aulas, se ha defendido como comerciante informal en ramo de perfumes, plata 7.50 y oro. En esa actividad ha logrado ser representante de varias casas comerciales de prestigio nacional. En este momento, no trabaja con el metal amarillo porque se está cotizando en cifras astronómicas, es difícil conseguirlo y prácticamente imposible vender aún en su caso que posee una clientela fija, leal y consecuente. Empero, no se queja porque mantiene un ritmo de trabajo aceptable que le provee de los recursos suficientes para vivir digna, decente y honestamente, como también lo hacen todos sus hermanos, en las diferentes ramas en las cuales se desempeñan. En la avenida 5, frente la Negra Damaso ha vivido, viven y vivirán eternamente protegidos por la Virgen del Valle.
Hacemos esta crónica con la sana intención de proyectar mucho más la figura de este diminuto hombre, conocido por propios y extraños en la ciudad, que ha hecho de la profesión de la fe un apostolado lo cual proyecta su grandeza y su amor por el prójimo. Indiscutiblemente ya forma parte de la historia religiosa y cotidiana de nuestra comunidad y es, de los que no pasa desapercibido, cuando asiste a las exequias de un vecino, un amigo, o un conocido ya que viste un elegante frac negro que lo distingue entre los asistentes. La hermandad, solidaridad y sensibilidad de Fidel Velásquez es del tamaño de su gran corazón. Nunca olvidéis “Las cosas de Dios, no tienen precio” santa palabra.

martes, noviembre 03, 2009

Los primeros pobladores de El Tigre

Incluso el pasado puede modificarse;
los historiadores no paran de demostrarlo

Jean-Paul Sartre (1905-1980)
Filósofo, dramaturgo, novelista y periodista político francés.

Cuando los americanos llegaron a la Mesa de Guanipa, para proceder a perforar el pozo petrolero OG-1, fueron avistados por los lugareños que vivían en las riberas del Caris, los cuales regularmente pasaban por la Mesa que eran grandes pajonales y chaparrales, en travesía por un camino real – ubicado más o menos entre lo que hoy se conoce como la carretera Negra de la Flint y la Chicagua – que los llevaba hasta Cantaura dónde hacían todas sus diligencias comerciales y civiles. Ese ancestral pueblo era la capital del extenso Distrito Freites que incluía este territorio que ahora asienta los municipios Simón Rodríguez y Guanipa. Entre el pajonal y los chaparrales, se observaba la locación que a la postre resultó el pozo OG-1, también se levantaba un campamento cuya ubicación estaba en lo que hoy se conoce como Pueblo Nuevo Norte, exactamente dónde eran las instalaciones del Club de Leones y hoy funciona el Centro Hípico “La Alcaparra”. Las grandes carpas, decían los campesinos parecían unos hongos gigantes que crecían en la Mesa, luego ese acantonamiento se conoció como “Campo e’ lona” Es así como nació El Tigre, en año 1933, al calor de la industria petrolera.

Los campesinos del Caris, los lugareños de las riberas del río, llegaron primero a ofrecer su rústica mano de obra – Aquilino Meza entre ellos – que fueron contratados para los trabajos de desmalezamiento y acondicionamiento de la locación porque obviamente no tenían experticia en labores petroleras, luego vinieron a ofrecer jugos, conservas, productos del campo, comidas. Eran viajes diarios en burro y caballos desde sus casas cerca del río hasta la Mesa, fue entonces cuando decidieron construir sus bahareques alrededor del pozo OG-1, que ellos llamaban “El Deri”. Era la forma de evitarse los constantes, largos y agotadores viajes en bestias. Traían suficientes provisiones y pasaban hasta una semana en sus frágiles y endebles construcciones. Don Jesús Celestino Rattis Rojas, contaba que en esa época, le correspondió ser mayordomo de una finca en Mería, más allá de Caico Seco, abajo en la planicie del farallón y algunas veces subían a sabanear el ganado hasta la Mesa llegando hasta el “Deri” o sea hasta el sitio dónde perforaban el pozo OG-1. Los campesinos tenían su lenguaje bucólico para identificar las cosas que le resultaban extrañas y colocaron ese nombre al taladro petrolero.

El 23 de febrero de 1933, cuando iniciaron la perforación del pozo OG-1, ya los cariseños tenían rodeada la locación con sus bahareques. Es entonces, cuando la compañía petrolera, solicita al ejecutivo crear una zona de protección, que alejara a los primeros habitantes del pueblo de El Tigre, de los peligros que encerraba estar tan cerca de un pozo petrolero en perforación. El Gobierno Nacional, que era quien otorgaba las concesiones petroleras, accedió a la petición, reubicó a los vecinos, les canceló un justiprecio por los bahareques, la empresa petrolera reservó una buena zona de protección, luego la cercó y con el tiempo se convirtió en lo que hoy, se conoce como Campo Oficina. Los habitantes originarios que provenían del Caris, en su mayoría, reconstruyeron sus bahareques hacía lo que hoy se conoce como la calle Ribas. La calle Cantaura, ahora Bolívar, fue fundada posteriormente por unas hermanas oriundas de la capital del municipio Freites que tenían un ventorrillo de comida en la esquina dónde hoy funciona la librería Tixki y colocaron ese nombre a la calle en honor al pueblo de dónde provenían.

Mucha gente no tiene registrado en su memoria histórica, a los primeros pobladores de la ciudad. Las familias cuyos apellidos, sólo mencionare para contribuir a restituir o refrescar la presencia de ellos en esa época y no queden en el olvido cuando se escriba la verdadera y autentica historia de nuestra pequeña y querida urbe tígrense. Los Meza, los Sotillo, los La Rosa, los Piñero, los Lira, los Rodríguez, los García, los Barranca, los Pinoni, los Rondón, los González, los Morales, los Abreu, los Mogollón, los Prado, los Ramos, los Guarapano, los Torres, los Evans, los Guatache, los Salazar, los García, los Alcalá, los Gamboa, los Millán, los Barreto, los Henríquez, entre otros y el primer chino, que llegó con los americanos en rol de cocinero de nombre Ham Lee, que introdujo el exquisito pan chino en nuestra cultura culinaria y luego se convirtió en el jefe de cocina de todos los comedores de la incipiente industria petrolera en el estado Anzoátegui. Los nombres de los pater family, desde luego, jóvenes para el momento, es fácil ubicar y los cuales no nombro individualmente para darle el crédito a los grupos familiares que llegaron en primera instancia a esta estancia y dieron los pasos primigenios para la evolución de nuestra ciudad.

Instalado lo que fue la génesis del pueblo en el año 1935, se produce un hecho histórico que muy poca gente relaciona con la posterior inmigración margariteña a nuestro incipiente pueblo. En ese entonces, la actividad petrolera estaba en pleno desarrollo en el estado Zulia, los habitantes de la Isla se habían conectado a través del mar con esa rica, próspera y atractiva zona petrolera. El espíritu aventurero, la búsqueda de mejores condiciones de vida los llevó hasta allá y en la medida que fueron adaptándose a su nuevo habitat, algunos fueron dejando abandonada su patria chica e incluso a sus mujeres y familias. Es entonces cuando el Gral. José Garbi, Presidente del estado Nueva Esparta, preocupado por la situación, le envía una comunicación a su compadre el Gral. Juan Vicente Gómez, dónde le exhorta que le envíe de regreso a la isla ese gran contingente de hombres, argumentando que la economía del estado estaba muy deprimida, había familias abandonadas y la cosa se agravaba con la falta de mano de obra que se ocupara de las labores del campo. El Gral. Gómez, inmediatamente despacho un telegrama a su compadre Vicenzo Pérez Soto, a la sazón, Presidente del estado Zulia ordenándole que devolviera a todos los margariteños de regreso a su tierra. En esa época, como ahora, las órdenes no se discutían, se cumplían y esa orden impartida por el benemérito, fue cumplida al pie de la letra.

Una vez en su patria chica, los deportados del Zulia se enteraron del movimiento petrolero en la Mesa de Guanipa en el sitio que empezó a conocerse como El Tigre, nombre que surgió en esa época para bautizar el pequeño poblado, porque según cuentan los primeros pobladores, por esta región pasaba un tigre anualmente que atravesaba el río de la Mesa de Guanipa, siempre por el mismo lugar, zona que quedó bautizado también, hasta el día de hoy, como el Paso de El Tigre. Es entonces, cuando se animan y llega la segunda oleada de pobladores al pequeño poblado conformada por inmigrantes margariteños, que ya tenían experticia petrolera, lo que les facilita su incorporación inmediata a las labores en la industria petrolera y actividades conexas.

En la medida que los margariteños llegaban al embrionario poblado, estaba languideciendo la férrea dictadura del Gral. Juan Vicente Gómez, llegaban las “dictablandas” de los generales Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita y la revolución de octubre que lideró desde la presidencia el padre de la democracia venezolana don Rómulo Betancourt, ya no pendía sobre sus espaldas la espada de Damocles sobre otra posible deportación, la distancia era relativamente más cercana, cuestión que aprovecharon para mudar a sus familias hasta aquí, lo cual creo una demanda de viviendas y servicios públicos, que fueron atendidos por particulares a un ritmo más lento con el cual crecía el poblado. Esa inmensa cantidad de margariteños, con su trabajo, esfuerzo, dedicación empeño contribuyeron decididamente a darle forma al pueblo y la transculturización, no se hizo esperar. Tenemos y poseemos costumbres margariteñas, eso es innegable. Un corocoro frito, limón, arepa y ensalada verde ¿Quién no lo degustado? Un sancocho de pescado dominguero ¿En cual familia no lo han disfrutado? ¿Quién no es devoto de la Virgen del Valle? y ¿Quién niega que seamos una parte de la isla de Margarita en tierra firme? ¿Y quién no ha visitado La Casa Nueva Esparta “Una columna del hogar venezolano”? ¿Y un wiskisito rayao? Mí Mai por dios
No es nuestra intención modificar el pasado tal como lo han relatado nuestros eximios historiadores y cronistas, nos anima el desea de dejar constancia de que cuando llegaron los perforadores del pozo OG-1, hubo unos primeros pobladores, los cuales no pueden pasar desapercibidos, sobre todo cuando reseñan la historia desde fechas posteriores a su arribo, que sirvió de punto de partida para el nacimiento de nuestra querida ciudad, la cual no detiene su pujante desarrollo, a pesar de los criminales apagones, la irracional falta de agua, la salvaje inseguridad y la insalubridad en que vivimos por efectos de la invasión de la basura. Hay que reivindicar los nombres de los primeros pobladores de El Tigre para que los registre nuestra memoria histórica, la cual por su fragilidad, pareciera obviarlos. Es justicia.