viernes, mayo 27, 2011

Personajes de mi pueblo: Anécdotas

La gente buena, si se piensa un poco en ello, ha sido siempre gente alegre
Ernest Hemingway (1899 – 1961)
Escritor estadounidense.


Una pequeña confusión En una oportunidad el distinguido profesor José Antonio Arias Reyes, compartía en el restaurante campestre Aguamiel, un suculento almuerzo y unos finos escoceses, con sus dilectos amigos Pedro Rosales, Martín Márquez W., Lenin Chacín, Cipriano Barroso, Henry “Nenerina” Hernández, Gustavo Solé, don Heberto “Panchoreto” Amarista, Jesús “Chuito” Almeida y el prospero empresario Pablo “Caraquita” Hernández Lezama, quien monto tienda aparte, emigró a Maracay, está “Buchón”, todas las operaciones financieras las maneja en dólares y se olvido de estos lugares rupestres. Transcurridas unas horas, llegaron también a almorzar el celebérrimo radiodifusor, José Luís Tineo López y su hijo “Junior” Tineo Andarcia, saludaron y ante la insistencia de los presentes, se incorporaron al convite, que ya estaba bien avanzado. ¡Bienvenidos y mosca con la cuenta! José Luís Tineo, pasado un buen rato, al ver que la cuenta iba más larga que pico e’ garza, discretamente, le solicitó a “Junior”, que le hiciera un cheque de pago al profesor Arias Reyes, pensaba que el hombre andaba corto y que con esa mesada completaría su cuota al momento de cancelar, cuando dividieran el monto de la factura entre los comensales, la parte que le tocaría. ¡Ipso facto!, “Junior” fue al vehículo y regresó con el cheque elaborado, José Luís lo firmó y lo entregó al Prof. Arias Reyes, quien inmediatamente, reaccionó diciendo: este cheque estaba mal hecho. ¡Pamplinas! todos se vieron la cara, ligeramente sorprendidos ¿Y ahora que pasó? ¿Junior no sabe hacer un cheque? Se preguntaban intrigados. Not comments, dijo un inglés. “Junior” Tineo, preocupado volvió a tomar el cheque, lo leyó cuidadosamente y le preguntó ¿Qué tiene malo profesor? El nombre, le respondió presuroso el Prof. Arias Reyes. “Junior”, muy seguro de lo que había escrito, dice: su nombre está bien escrito, no veo ningún error. Ok. está bien, pero es que el cheque tienes que hacerlo a nombre del Prof. Omar Zacarías. ¡Ah! un momento, interviene don José Luís Tineo, con el debido respeto, pero el Prof. Omar Zacarías no trabaja en la emisora, el que trabaja es usted y el cheque en primera instancia debe salir a su nombre a menos que usted autorice hacerlo a otro nombre y como “Junior” conoce las reglas, hizo lo correcto. Los presentes, no salían del asombro al ver la cordial controversia, hasta que el Prof. Arias Reyes les aclaro la confusión. Mira, José Luís, déjate de vainas, tú sabes que el Prof. Omar Zacarías es mí proveedor etílico, más seguro y confiable y el monto de ese cheque está comprometido con él. ¡Ah! ok, le dijo José Luís. Todos rieron de buena gana y “Junior”, atendiendo la seña de su padre, fue de nuevo al vehículo y le elaboró un nuevo cheque a nombre del Prof. Omar Zacarías. No indaguen más. A buenos entendedores pocas palabras. Gato al fin Arnaldo “El Gato” La Rosa, los Dres. Héctor Osorio, José Horacio Guzmán Requena y Luís Aníbal Osorio, los señores Alberto Perdomo, Pablo Rodríguez, Alex Dorlemón, Ramón Barroso, Aldemaro Rojas y Edgar Mata, estaban un sábado en la tarde, disfrutando de unos escoceses, en la placita del monumento de cemento, que está ubicado en la entrada norte de la ciudad y la cual también, está al frente de la licorería B y B, del señor Vicente Figara. ¡Sorpresivamente! se detuvo un vehículo con varias personas a bordo, saludaron cordialmente y solicitan que ¡Por favor! les indiquen la vía que conduce a Pariaguán. El “Gato” La Rosa, diligentemente los atendió y les señaló el desvió y la carretera que los llevaría derechito a la tierra soñada. Reynaldo Armas, dixit. El conductor del vehículo, hace otra pregunta ¿Y cuanto falta para llegar hasta Pariaguán? “El Gato” La Rosa, con su proverbial buen humor le responde. Amigo creo que una botella de whisky. El hombre sorprendido le aclara. No, no, no señor, no me entendió ¿Cuánto tiempo falta para llegar a Pariaguán? porque después seguimos a Mapire ¡Ay amigo!, vuelve a responder “El Gato” La Rosa” yo me echo una botella de whisky de aquí a Pariaguán y de Pariaguán a Mapire, hay que comprar dos de ida y dos para regresar, porque eso queda ¡Más lejos que el carajo! Ok señor, no se preocupe, yo cargo una caja, le respondió, blandeo una botella de whisky y arrancó. Eran tiempos de bonanza económica, pacíficos, de gente sencilla y tolerante y, esas salidas jocosas, eran aceptadas, celebradas y no pasaban a mayores. Hoy, esos juegos pueden costar mínimo unos 15 balazos, “Pa’ que sea serio”, diría un malandro. En todo caso, el grupo de amigo se sintió satisfecho de haber cumplido con indicarles a los viajeros el camino correcto. ¡Una pelusa! Dijo el Cronista Oficial, don Gustavo Perdomo, que también estaba presente, disfrutó el gracioso episodio y exclamó. ¡Gato al fin! por cómico, de vainita, no se metió en tremendo paquete. Los personajes que mencionamos en este destello, unos vivos y otros lamentablemente desaparecidos físicamente, todos grandes amigos, fueron y son hombres emprendedores, útiles y luchadores sociales, que cada uno en su respectiva disciplina, actividad profesional y productiva, contribuyeron y contribuyen con el crecimiento, consolidación, desarrollo y prosperidad de esta comunidad, además fueron y son gente buena, alegre y creo merecen, que cuando nuestros eximios historiadores, cronistas e investigadores del prolijo pasado de esta pequeña urbe, que nació al calor del oro negro, el 23 de febrero de 1933, decidan escribir su verdadera y autentica historia, los incluyan en el disco duro de nuestra memoria histórica. Hay que fortalecer la memoria colectiva. ¡Vale la pena!


Arnaldo "El Gato" La Rosa


Prof. José Antonio Arias Reyes

domingo, mayo 22, 2011

El Hotel del Orinoco

Evoluciones progresivas que crecen cada vez más, son la materia de la historia
Friedrich Leopold von Hardenberg “Novalis” (1772 – 1801)
Poeta alemán.


El año 1951, el italiano Leone Hermano, proveniente de un pueblo ubicado en la región de Abruzzos, provincia de Pescara, conocido como Penne, quien era albañil-constructor, llegó y se residenció en el incipiente pueblo de El Tigre. En la búsqueda de estabilidad económica, adquirió un amplio terreno, en lo que hoy se conoce como la zona del luchador, instaló una fábrica de bloques combinada con la venta de materiales conexos (cemento, arena, piedra, granza, etc.), luego en el espacio que daba a la avenida en proyecto – posteriormente la avenida España – inicio la construcción de una pequeña posada de 5 habitaciones, una vez que las concluyó, le colocó el nombre del río padre, el majestuoso Orinoco y las colocó al servicio de los viajeros que llegaban al pueblo y se les hacía muy difícil encontrar hospedaje. El lugar, pronto se convirtió, en el sitio dónde preferentemente llegaban y llegan la mayoría de los agentes viajantes, que pernoctan en la ciudad. Un poco de memoria contra el olvido.

En ese tiempo, logró venir al pueblo su paisano Pietro Di Zio, que provenía de la provincia de Montebello di Bertona, de la misma región de Abruzzo, el cual había llegado al país en el año 1949 y se había dedicado en Caracas y Táchira a la recolección de café. No olvidemos que nuestra economía por muchos años se sustento en la producción y exportación del café. Era un trabajo duro, arduo y de sol a sol, pero alcanzaba para el sustento de la familia y dejaba algún dividendo para el ahorro. Leone Hermano, que por esos días, había pegado un cuadro único con 6, estaba muy interesado en regresar a su tierra ya que, se había consolidado económicamente, producto de su trabajo y la ayudita del premio. Entonces, le ofreció en venta el terreno, la pequeña posada y los proyectos de ampliación a su paisano Pietro, quien los adquirió con los pocos ahorros que traía e inmediatamente procedió a ampliar, consolidar y convertir la posada en un hotel en toda la extensión de la palabra. En el año 1954, en el área dónde funcionó por muchos años, el famoso y concurrido Toddy Room, quedó levantado, edificado y formalmente inaugurado, El Hotel del Orinoco. Hay que fortalecer la memoria colectiva.

El Hotel del Orinoco fue el primero que se construyó y funcionó, en la avenida España, en el sector que luego se conoció y se conoce como “El Luchador”. Estas cómodas instalaciones, se convirtieron en el hospedaje por excelencia de los agentes viajantes, viajeros y vendedores foráneos, que pernoctaban y pernoctan en el pueblo. El Tigre, posee una ubicación privilegiada. Está en una encrucijada bien estratégica para los agentes viajantes que desde el centro del país vienen en representación de empresas nacionales y extranjeras fabricantes y representantes de productos de consumo masivo a laborar en la región de Guayana, Monagas, parte de Guarico y las zonas sur, centro y norte del estado Anzoátegui, dónde todo le queda relativamente cerca. Con el paso del tiempo, el desarrollo del pueblo y la creciente demanda, que no se detenía, fue campo propicio para la aparición de otros hoteles de las mismas características, como son los conocidos Arichuna, Tamanaco, Primero de Mayo, Caribe y Panamerican en la avenida 5, todos muy cercanos al punto de referencia por excelencia de la ciudad que es “El Luchador”. Hay que hurgar y tantear nuestro pasado para conocer la historia.

El señor Pietro Di Zio, al poco tiempo de tener funcionado el Hotel del Orinoco y estando debidamente instalado, trajo al pueblo a su distinguida esposa Antonieta Iannacci, con la cual tuvo 2 hijos. Roberto y Ana. Roberto se dedicó al hotel y Ana se graduó como educadora y ejerce la profesión en la zona norte del estado. Al desaparecer físicamente los padres, Roberto, asumió las riendas del hotel, lo ha ido mejorando, ampliando y modernizando, al extremo que hoy cuenta con amplias y cómodas habitaciones, todas con aire acondicionado, televisión por cable y para mayor comodidad de los clientes, un amplio estacionamiento para vehículos de paseo y carga. La excelente ubicación y las condiciones óptimas de sus instalaciones, le garantizan una nutrida, leal y consecuente clientela. Está preferencia se mantiene, desde la época cuando el hotel se inició y las tarifas eran de Bs. 3, en las habitaciones de la primera planta, Bs. 2 en la planta baja y las cuales sólo contaban con ventiladores. La evolución del hotel Orinoco, que tenía como primeros vecinos, al desaparecido bar con cancha de bolas criollas “El Atlántico”, un pozo petrolero con balancín que al ser cerrado por parte de la industria petrolera, el terreno, fue utilizado para la construcción del antiguo terminal de pasajeros y más tarde el bar, restaurante “El Luchador”, ha ido de la mano del crecimiento de la ciudad. Ahora la zona es una de las más concurridas, emblemáticas y referenciales de El Tigre. Es lo que ahora llamamos el centro. Hay que conocer la evolución histórica de la ciudad.

Roberto Di Zio, quien se crió, creció y formó trabajando en las instalaciones del Hotel del Orinoco y ahora está al frente de su administración, tiene 4 hijos. Rafael que es abogado, Ángela graduada en Odontología, Pedro que ya ingresó a la universidad y la liceísta Cristina, recuerda que aparte de los agentes viajantes y viajeros ocasionales, que son los clientes más frecuentes, también han recibido y hospedado al conocido y exitoso grupo musical “Los Corraleros de Majagual”, al cantautor Juan de los Santos Contreras, el popular, legendario, patrimonio histórico cultural de Venezuela y, archiconocido “Carrao de Palmarito”, al siempre bien recordado y amigo de la ciudad, José “Catire” Carpio y su inseparable compañera Teresita Vegas y como nota curiosa, nos recuerda Roberto que, en la época que cobró fuerza, en el ideario colectivo las propiedades afrodisíacas de las raíces de la planta conocida como “Babandí”, los viajeros que provenían de Guayana, las traían en grandes cantidades para comercializarlas y, al hotel llegaban cargados de ese producto natural y, hasta con unas botellas listas para el consumo, cuyo contenido era una mezcla de raíces de Babandí con brandy, las cuales vendían como pan caliente. Antes de la maravillosa pastillita azul, todas esas tradiciones populares que dogmatizaron esas invenciones, fantasías e ingeniosidades en el ideario popular, crearon las condiciones óptimas, para que muchos hombres con la bilirrubina baja, ensayara con esos menjurjes y otros, los más avispados, se metieran unas ganancias extras. Esos hechos, que forman parte de nuestras historias urbanas, ahora poco creíbles, en su momento, fueron una gran sensación y conmocionaron el mundo sexual del venezolano. Cada quien vive su momento y mejor no digo nombre. Hay que mencionar el pescado, no los pescadores…de Babandí.

El Hotel del Orinoco, al igual que los otros hoteles mencionados en estos destellos, junto al hotel Manzanares, de doña Petra Manzanares, el primero que funcionó en la ciudad, forman parte de nuestro patrimonio histórico y sus fundadores-propietarios, los cuales fueron hombres emprendedores, que siempre tuvieron confianza y mucha fe en el futuro de lo que fue, un incipiente pueblo minero, nacido al calor del oro negro, se convirtieron, sin proponérselo, en los héroes anónimos, que dieron vida con sus inversiones a la economía local y contribuyeron con el desarrollo, crecimiento y consolidación de lo que hoy, es una portentosa urbe, en plena evolución y crecimiento que se proyecta como una gran ciudad, a pesar de los malísimos gobiernos locales como el actual. La realidad presente y la historia están a la vista.

Con esta humilde reseña de los inicios del Hotel del Orinoco y que cierra el ciclo de los primeros hoteles ubicados en la avenida España, aspiramos contribuir con un granito de arena, para que cuando nuestros eximios historiadores, investigadores y cronistas, decidan escribir la verdadera y autentica historia de El Tigre, tengan en cuenta estos hoteles y los puedan incluir junto a los personajes que los hicieron posible, en el disco duro de nuestra memoria histórica.

Estas instalaciones de servicio, junto a los dueños-fundadores que fueron protagonistas silenciosos de este proceso evolutivo urbano, que crece cada día más y es una materia interesante y digna de estudio, deben tener un sitio relevante, en ese disco duro de nuestra historia local ¡Vale la pena!



domingo, mayo 15, 2011

Personajes de mi pueblo: José Vicente Lira Rondón

La paz y la armonía constituyen la mayor riqueza de la familia
Benjamín Franklin (1706 – 1790)
Político, filósofo y científico estadounidense.


El 17 de diciembre de 1964, después de haber formado parte en El Tigre, de los equipo de fútbol de primera categoría, Casa Árabe, Juventud Católica, Casa España y la selección del pueblo, José Vicente Lira, que nació, el 12 de diciembre de 1944, en la calle Ribas e hijo del matrimonio de los fundadores de la ciudad, José María Lira Reyes y Margarita Rondón, aceptó una invitación para viajar a Valencia – estado Carabobo, a participar en un intercambio futbolístico. Ese juego, dónde demostró sus excelentes habilidades futbolísticas e indiscutibles condiciones físicas, para desempeñarse con éxito en el exigente deporte del balompié, marcó el inicio de la historia de un hijo de nuestra ciudad en Guacara y la cual se prolonga en el tiempo. Llegó, jugó, unos amigos lo entusiasmaron para que se quedara, aceptó, obtuvo un empleo, se instaló, se casó, formó su familia y, ahora, nos visita en las temporadas vacacionales. Nadie escapa a su destino.

El fútbol lo llevó a Guacara. El equipo de la empresa Papeles Venezolanos, C.A (PAVECA), a los 4 días de instalarse en Guacara, lo fichó. El 21 de diciembre de 1964, formaba parte de la selección y la nómina de trabajadores. Esas actividades, no le truncaron sus deseos de superación. Había hecho la primaria en la escuela Simón Rodríguez, aprobado el primer año en Liceo Pedro Briceño Méndez en El Tigre y, en Valencia, que queda muy cerca de Guacara, se inscribió por libre escolaridad en el liceo Pedro Gual, concluyó el bachillerato y en el año 1971, obtuvo el diploma como “Monitor Deportivo”, después de aprobar el curso, que a tal efecto otorgó, el Ministerio de Educación. Ese avance académico, le permitió separarse de PAVECA e incursionar en la docencia por espacio de 4 años, alternando como instructor deportivo en el liceo José Laurencio Silva de Tinaquillo, donde fue distinguido como padrino de la promoción de bachilleres-humanidades, que egresó en el año 1974 y, la escuela La Milagrosa de Guacara. Aunque enamorado de la docencia, los exiguos ingresos que percibía, lo hicieron abandonar y regresar a PAVECA. La educación, como el crimen, no paga.

José Vicente Lira, cuenta que el día que inauguraron el estadio “Alejandro “Patón” Carrasquel, ahora rebautizado por la revolución con el nombre del ex grandes ligas Enzo Hernández, la selección de El Tigre, de la cual formaba parte, le ganó a una selección integrada por jugadores de El Tigrito y San Tomé. Eran estrellas para ese tiempo Carlos Gutiérrez (Pata e’ loro) Vincenzo Ducato en la portería, Mario Bruno (Topolino), Miguel Logan, Fidel González, Roberto Carrillo, Luís La Roche Abreu, Dennis Jiménez (Pechito) José Oito Lira, Ángel Albert (Harris) y Nelson Bermúdez (Hueco flojo), entre otros. En el eje Valencia – Guacara, encontró a muchos futbolistas de El Tigre, que brillaban con luz propia, dónde destacaban Erasmo Jiménez que jugaba con la selección de la Universidad de Carabobo, Jonás Mota, Erasmo Jiménez, David Mota, George Mattsón, Elpidio Durán, Nelson Durán, los hermanos Tenías. En sus años como futbolista activo, José Vicente, formó parte de la selección juvenil (1965), de primera (1966) del estado Carabobo y del estado Aragua, en la de primera, en el año 1967. Una historia deportiva iniciada en El Tigre y concluida en los estados centrales. El deporte no conoce fronteras.

En el año 1965, José Vicente, conoció a la bella joven Josefina Coromoto Ulloa Salcedo, alquiló una vivienda al lado, siempre la galanteaba, pero la cuestión no pasaba de amagos fallidos. En el año 1967, la gente del barrio El Cumbe, con motivo de las fiestas patronales, la promovió como candidata al reinado de Guacara y ganó la corona. Entre los entusiastas fans, obviamente, estaba el vecino, que no le perdía pisada. La reina, alternaba sus estudios, como empleada de la lotería de Carabobo y un buen día, le exigieron, hacer un curso de mecanografía, con la promesa de un ascenso. Esta situación, la aprovechó José Vicente, para formalizar el noviazgo. Había hecho curso de mecanografía en el Instituto Anzoátegui, de la señora Jesusa Subero (La Chucha) y cuando estudiaba cuarto grado, su hermano Pedro Félix, le había regalado una máquina de escribir Underwood que había dejado en El Tigre. Vino, la recogió, la desempolvó, la embaló, se la llevó, compró papel, cinta y empezó a darle clase todo el día de manera gratuita a la aprendiz. Llanero que canta y toca alguna ventaja lleva. Los resultados no se hicieron esperar. En el año 1972, contrajeron nupcias. El que persevera vence.

En la actualidad, ambos están jubilados. José Vicente, quien también trabajó desde el 11 de noviembre de 1985 en la fábrica de neumáticos FIRESTONE, logró gracias a su carisma, simpatía, vocación de servicio y liderazgo, ser el Presidente del Club Social Deportivo de esa gran empresa trasnacional, fue el primero que provenía de las filas de los obreros. Rompió un tabú. Todos los anteriores Presidentes eran empleados de alta jerarquía. Una vez que se retiró, disfruta del descanso del guerrero y momentos gratos de esparcimiento, distracción y diversión con sus grandes amigos del eje Guacara-Valencia – Unos jubilados y otros activos – José Martínez, José “Nene” Hernández, Com. Pablo Elisio Guzmán, el periodista Nicomedes “Nico” Boada, Yovani González, Jesús Aníbal Chirinos, quien fue Presidente Nacional del Sindicato del Caucho y una reserva moral y ética del verdadero y autentico liderazgo sindical venezolano. Marcelo Ramos, el ex diputado Samuel Reyes, el empresario y actual presidente del prestigioso Club “Arevalo González” Pablo Rojas, el Dr. Carlos Marcano, Rodney Ribas, Héctor Bartolo Arias, Luís Raúl “El Negro” López, Luís Tomás Arias, Pedro Chirinos, el Cronista Oficial de Guacara Juan José Lugo Escalona, el Presidente del Ateneo Manuel “Charpa” González, Esteban Ribas, los abogados Raúl y Manuel Meléndez, Sergio “El Gordo” Perales, los exalcaldes Augusto Seijas y Elías Aldana el Dr. Oscar Gaviria, el empresario José Manuel Contreras y el ex grandes ligas Oswaldo Olivares, entre otros. Josefina, destacada educadora egresada de la UPEL como Licenciada en Educación especial, se desempeño 12 años en básica, 18 en preescolar y posteriormente hizo una maestría en Andragogía, la disciplina que se ocupa de la educación y el aprendizaje del adulto, además trabajó en paralelo muchos años en un liceo del parasistema, a los 35 años se jubiló y después de tener 4 hijos. Wilmer, Walfred, Wilfred y Marzul, está criando de nuevo, ya que, por ahora, tiene 2 lindos nietos. Hijos profesionales, realizados, un hermosísimo hogar, una linda, unida y cristiana familia, que vive en paz y armonía. Es la gran y única riqueza que poseen.

José Vicente Lira Rondón, es hijo de los fundadores de la ciudad José María Lira Reyes, nació en el Casco Viejo en el año 1944, exactamente en la histórica calle Ribas, cuando el pequeño poblado apenas llegaba hacia el sector sur, a la Casa New York – Pueblo Ajuro no existía – sus hermanos María, José María (Chaía) Pedro Félix (+), José Oito, Pedro María (El Chino), José Humberto (+) y Zulay, que fue reina de El Tigre, son de las primeras generación de tígrenses y sería interesante y justo, que cuando nuestros eximios cronistas, investigadores e historiadores, de esta pequeña urbe, que nació al calor del oro negro el 23 de febrero de 1933, decidan escribir la verdadera y autentica historia, los incluyeran en el disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!



domingo, mayo 08, 2011

Personajes de mi pueblo: Juana Mago de Díaz

¿Con qué derecho negamos los modernos hechos que afirman los antiguos?"
Rubén Darío (1867 – 1916)
Poeta nicaragüense.


El entonces joven matrimonio conformado por Rosalino “Rosso” Mago Ron, oriundo del El Chaparro y Juana Escobar de Mago, nacida en Aragua de Barcelona, llegó a las riberas del Río Caris, cuando todavía, nadie imaginaba, que en la Mesa de Guanipa, al calor de la industria petrolera, surgiría un pueblo, que con el tiempo se llamaría El Tigre, nombre que adoptó, dada la circunstancia de que, cuentan los primeros pobladores, anualmente pasaba por esa zona un Tigre, que era avistado y temido por los lugareños de ese tiempo. Don Rosso Mago, adquirió media legua de terreno en las riberas del río Caris y estableció el fundo SIPUDIERES, también conocido como EL MANGO, porque en sus predios había grandes bosques de mango, los cuales producían para exportar y vender en los pueblos vecinos. Las cargas las acarreaban en carromatos arrastrados por bueyes y, tardaban hasta 3 días en la travesía. Para esa época, los más cercanos eran Cantaura, Aragua de Barcelona, Soledad y Ciudad Bolívar. Cuando pasaba don Rosso con sus cargas de mangos, la gente exclamaba; parafraseando al Dr. Ross con sus famosas píldoras, la carreta va cargada de píldoras Rosso. Uno no sabe si esa fruta tropical tiene propiedades curativas, lo que si podemos afirmar es que, un mango y un vaso de agua resuelven por buen rato. En tiempos de cosecha salvan la patria.

El matrimonio de “Rosso” y Juana, tuvo 4 hijos: Rosalía, Juana, Ramón y Roberto. Este cuarteto de niños, vivieron todo el tiempo en el fundo, dedicados siempre a las labores del campo, dónde predominaban como tarea la dedicación a la agricultura y la ganadería. Cuando les llegó la edad escolar, don Rosso, contrató los servicios del maestro José Encinales, asignándole la inmensa tarea no solo de enseñarles a leer, escribir y las operaciones matemáticas básicas, además le pidió ponerles orden, porque eran realengos y alzaos. Este educador tuvo muy poco tiempo en esa labores y lo sustituyó la maestra Amanda Medina, que a la postre contrajo Nupcias con el maestro Encinales. El matrimonio Encinales Medina, se asentó en el fundo, muy cerca de la “Casa Grande” de don Rosso Mago y ambos terminaron de enseñarles con sus propios libros. Juanita, que había nacido el 29 de agosto de 1917, actualmente es mayor que El Tigre, 16 años, cuando tenía 19 años, se casó con Luís Alberto Díaz Yumar, quien provenía de La victoria Estado Aragua y era hijo de españoles. Este joven, había llegado a la zona a trabajar como mecánico, en la incipiente industria petrolera, fue de paseo al fundo y al conocer a Juanita, recibieron el flechazo de cupido. Amor a primera vista, pues.

Una vez casada, Juanita Mago, fijó residencia en el campo petrolero “Mata Negra” ubicado en el estado Monagas. Un pequeño complejo habitacional, que fue construido por la empresa Gulf Standard, para alojar a sus trabajadores y familiares. Ese campo petrolero, fue el primero que construyeron las empresas trasnacionales, que llegaron a la zona para continuar la exploración, explotación y comercialización de los hidrocarburos. En lo que ahora es la ciudad de El Tigre, los cariseños que se instalaron alrededor del pozo OG-1, no se aventuraban a construir viviendas estables, porque habían visto que la localidad de “Mata Negra”, una vez que la compañía concluyó sus trabajos, fue abandonado e imaginaban que en la Mesa de Guanipa, pasaría algo similar. Recuerda Juanita, que la primera casa de bloque la construyó, el señor Jesús Subero, el cual formó parte de la gran legión de margariteños que llegó al pueblo que ya estaba en plena ebullición. Todos en busca de trabajo y se instalaron en lo que ahora se conoce como el Casco Viejo. En ese sector, habitaban en bahareques, los primeros pobladores que provenían de las riberas del río Caris. Hechos verdaderos que son irrefutables.

El señor Luís Alberto Díaz Yumar, concluyó su contrato con la industria petrolera y como conocía a los dueños de la empresa autobusera RC, logró empleo como mecánico de las unidades y Juanita tuvo que acompañarlo a vivir entre Valencia y Caracas, dónde desempeñaba su trabajo y una vez que abandono esa agitada vida, volvió a trabajar en la petrolera, les asignaron vivienda en San Tomé y al poco tiempo se mudaron a El Tigre, exactamente en la calle Ricaurte, en una casa que estaba muy cerca de la residencia del Dr. Rafael Pimentel, el primer abogado que se instaló en el pueblo. En su matrimonio Juanita Mago, tuvo 3 hijas. Gladys, la cual es profesora jubilada casada con su colega, el Ing. y Prof. Enrique Arape Crespo, quien antes, en su estadía en New York, como estudiante competía en matemática con Albert Einstein y además en su vida mundana integraba la banda de Elvis Presley, jugaba billar con el mafioso Lucky Luciano y había tenido largos y apasionados romances con Elizabeth Taylor, Claudia Cardinale y Raquel Welch. A todo renunció irrevocablemente al conocer a Gladicita. El amor de su vida. Noemí, que es profesora de Educación Artística, unida en matrimonio con el Gral. Dumas José Meza Meza y la Lic. en Trabajo Social, Sonia que contrajo nupcias con el Prof. Pedro Rosales Medrano. Estos dos últimos matrimonios, en lo que fue la finca SIPUDIERES o LOS MANGOS, tienen dos extraordinarios y lindos campamentos turísticos y vacacionales. Llano Alto y La Sabana. A 20 minutos de El Tigre. Visítelos, se convencerá, enamorará, encantará y volverá. Maravillas en pleno corazón del sector El Caris.

Juanita Mago, a pesar de su avanzada edad, posee una memoria prodigiosa y recuerda, que en la finca SIPUDIERES o EL MANGO, por benevolencia de don Rosso Mago, tenían sus casas y pequeños conucos 15 familias. José Vicente Encinales, Juana Guarisma, Salomé Pérez, Patricio Guevara, Francisco “Pancho” Melchor, devoto de la Cruz de Mayo y, a la cual construyó una capilla, para que espantara los muertos que según su imaginación salían por esos lugares, Eufemia “La Loca” Ojeda, María Mago, hermana de don Rosso, Ana Antonia Millán, Juan Ramón Ortiz y Javier Maestre que poseían sendos trapiches, Eulogio López, Juan Pablo Acevedo, Rafael Ron, Susana Ojeda y Jorge Solórzano. Todos emigraron para el embrionario pueblo de El Tigre y forman parte de la legión de fundadores. Francisco “Pancho” Melchor, dejó una huella indeleble. La capilla del callejón Cruz Verde. No había luz eléctrica en el incipiente pueblo y había que alejar a los aparecidos, espantos y espíritus malignos. Eso formaba parte del imaginario popular antes de llegar la luz eléctrica. Hoy, no hay que tenerle miedo a los muertos, los vivos son los peligrosos.

Don Rosso Mago fue un próspero hacendado. La agricultura y la ganadería fueron sus fuertes y llego a poseer 4 fincas. La originaria “SIPUDIERES o LOS MANGOS”, luego adquirió “Los Cocos”, la cual administró hasta su muerte el hijo, Roberto Mago, La Pomarrosa, en el municipio Independencia y ubicado estratégicamente a orillas del Orinoco, dónde se asentó, su otro vástago Ramón Mago y “Gran Poder”, que luego vendió al señor Modesto García el dueño de la casa Clemenceau y, la cual fue adquirida por el Médico Veterinario Gustavo Barrios, hijo de don Mauro Barrios, quien la posee hasta la fecha. El paso del tiempo, la modernidad y sus nuevos dueños han hecho que esas fincas experimenten una metamorfosis total, pero allí están y la huella de don Rosso Mago permanece intacta. Fue el emprendedor, el que las consolidó y dejó como herencia para sus descendientes y la historia. Un insigne trabajador.

Cuenta Juanita Mago, que en los tiempos de la Pila de Agua, ubicada en la calle Ribas, al frente de los Piñeros, la compañía construyó, con láminas de zinc, unos baños públicos y las muchachas de la época, tenían que ducharse vestidas, porque los mozalbetes, las fisgoneaban por huecos que estratégicamente perforaban en las láminas. También había un señor llamado “El loquito”, el cual vendía agua de manera sui generis. Llenaba un tambor y lo rodaba por las pocas polvorientas calles y para llamar la atención voceaba: “Agua, agua, agua para la cara y el cachete” igualmente, nos recuerda que, una de las pocas casas con techo de zinc, pertenecía al polifacético señor Ruperto “Rupertico” Calatrava Romero, casado con la señora Ana Manuela Lourdes “Lula” Arreaza Gimón, quien tenía una bodega, vendía medicinas, poseía un horno para hacer pan y fue el primer alguacil del pueblo. Este personaje andaba siempre a caballo, armado de una lanza y una guarura (Especie de caracol) que hacia sonar para anunciar su llegada. Los tiempos iniciales de la ciudad, tiene sus menudas e interesantes anécdotas. Tiempos bucólicos que no volverán.

Hay una deuda histórica con un personaje, que fue el líder del movimiento, para que el pequeño poblado de El Tigre, fuese elevado a la categoría de municipio del Distrito Freites y, es con el señor Antonio Felipe González. El hombre, cuenta Juanita Mago, trabajo intensamente hasta lograr su cometido. No neguemos con historias modernas lo que afirman los antiguos. Están vivitos y coleando, para dejar constancia de los indiscutibles y legítimos hechos que dieron nacimiento a esta pequeña urbe. En ese sentido, aspiramos que los eximios cronistas, historiadores e investigadores del rico pasado de esta ciudad, la cual nació al calor del oro negro el 23 de febrero de 1933, puedan hacer justicia, cuando decidan escribir su verdadera y autentica historia, tomando en cuenta estos personajes que fueron, son y serán protagonistas de nuestro devenir histórico y merecen ser incluidos en el disco duro de la memoria histórica de El Tigre. ¡Vale la pena!

Con este destellos, dedicado a Juanita Mago, aprovechamos, para rendirles un justo homenaje a todas las madres fundadoras de la ciudad y las subsiguientes generaciones de mujeres, que han hecho posible, con el fruto de su vientre bendito el crecimiento poblacional de nuestra querida ciudad. Para todas ¡Mil felicidades!